Sentí un frío beso en mi mejilla...
y olía a despedida.
Me ofreciste un abrazo exactamente a la 5.01 a.m.
el anteútimo día del año...
y olia a despedida.
Cada vez que sueltas mi mano
conviertes realidades insulsas
en perfectas inconstancias de personalidad.
Cada vez que ya no te veo
esa fría lluvia que me moja
en el momento del adiós
es mi única compañía
hasta querer verte de nuevo.
Cuando te quiero me odio,
y odio tanto quererte.
Interceptas el instante.
Modificas la simpleza
y conviertes en adicta a cualquiera.
No mas exigencias.
Te apunto con mi mirada,
disparo con mis palabras
y sentencio extraños ahogos de necesidad.
Enciendo mi cigarrillo
quiero matar eso,
disolver el aroma...desaparecerte.
Oler mi despedida.